El gato es un animal de naturaleza extremadamente limpia. De hecho, es posiblemente uno de los animales (puede que solo le superen algunas humanas) que más hora dedica a acicalarse. Es por esto que se hace una mascota ideal para muchas personas, por el alto grado de higiene en relación con la poca dedicación que ésta requiere por nuestra parte. Los gatos tienen fama de ser muy limpios y es que se la han ganado a pulso.
Aunque algunos lo achaquen a su su personalidad un tanto obsesiva por las pequeñas cosas que se salen de su rutina… Lo cierto es que el gato en la naturaleza trata siempre de no dejar ningún tipo de rastro que le delate, así, el gato no soportará tener manchas o suciedad en su pelaje incluso se quitará el olor cuando nos acerquemos a acariciarlo, y por ello uno de los gestos más representativos de los gatos es lamer y peinar su pelo para emparejarlo y limpiarlo. Si el gato es de interior, es una actividad que le llevará buena parte del día.
Así que debemos tener claro que, como norma general los gatos se asean solos.
Entonces… ¿Debo bañar a mi gato?
La respuesta depende de cada animal en particular. Para la mayoría de los gatos bañarse es una especie de tortura, no tanto por el agua –que no les suele gustar demasiado–, sino por la restricción de movimientos que un baño forzado impone. Sin embargo, si el animal está acostumbrado desde cachorro, no es contraproducente un baño cada tres meses o en casos concretos en que sea necesario, aunque se deben tomar una serie de precauciones. En primer lugar, la temperatura del agua debe ser agradable al tacto, ni muy fría ni muy caliente, como si se fuera a bañar un bebé. Lo mismo sucede con la temperatura ambiente.
Es necesario que el baño se lleve a cabo en un lugar bien acondicionado, con calefacción y sin corrientes de aire, porque los gatos son muy sensibles a los enfriamientos. Además, es necesario emplear productos especiales para gatos porque no toleran bien los productos para humanos y puede haber riesgo de intoxicación. Además, jamás debemos usar productos para perros u otros que no estén específicamente indicados para gatos. Es muy recomendable no hacer ruidos bruscos y poner una alfombra antideslizante en el lavabo o bañera, para que no resbale y ni sienta tanto miedo.
Es posible que nunca hayamos educado a nuestro gato en el baño y que por determinadas razones nos veamos obligados a asearlo. Por ejemplo si está enfermo y tiene un caperuzón que le limita o si es un gato muy mayor que ya no sigue las rutinas de higiene diaria. En caso de que nuestro gato no se esté aseando diariamente y tampoco esté acostumbrado al agua, os recomiendo encarecidamente que utilicéis un champú sin aclarado. El champú sin aclarado es un líquido que se vierte en una toalla que pasaremos por el cuerpo de nuestro gatito, de modo que estará aseado sin el trauma de pasar por el baño.
Fuentes: El gato en casa y La loca de los gatos